Cruciales son los caminos del Amor:
los que pasan a través de los nombres de la Naturaleza para llegar a los Nombres de Dios.
Cada elemento de la Naturaleza es un símbolo de un Nombre de Dios.
El enamorado percibe en su amada el misterio del mar, o el psíquico y denso fulgor de la luna, en su belleza la estrella.
Sus gestos los ve como la brisa que mueve las hojas del árbol,
y su sonrisa es el amanecer.
Y canta su risa como un arpa que mueven los dedos del viento.
Se asemeja su voz al rumor del riachuelo en la montaña.
¿Y qué ama aquí el Amante?
Ama la naturaleza cuyas imágenes él puede nombrar, y ve más claras y puras aún en su amada.
¡Y los ama en ella que es un alma hermana!,
¡ otro misterio, y más grande aún!.
Y pronto aprenderá que estos símbolos naturales invocan a los nombres de Dios,
y aprenderá a amar; en su Amada, en sus hermanos, o en el espejo de la naturaleza;
la Paz, la Bondad, la Medida, el Poder, la Serenidad... todos los Nombres de Dios
que son nombres del Ser de la Amada.
Y como "un solo ser no puede amar en verdad mas que un solo y único principio"
, todas estas veredas que conducen al Dios del Amor, se convierten en un solo camino.
El de la estela que el amante deja a su paso
. Como se funde su esperanza con la luz que proyecta su estrella, su Nombre de Dios.
Puede llamar con todos los Nombres a Dios, todos viven en él y sin embargo,
sólo en uno de ellos puede entrar en su seno.
Tal es el destino del Hombre,
las sendas le aguardan.
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